Jueves 9 de diciembre de 2021
Con la aparición y popularización de las redes sociales, se ha tornado más frecuente y masivo el fenómeno de difusión de noticias falsas o “fake news”. En los últimos tiempos, la magnitud de las consecuencias que dichas noticias pueden traer ha sido particularmente clara en hechos como el inicio de la pandemia por coronavirus, las campañas de vacunación y múltiples elecciones presidenciales.
Existen varias hipótesis que pretenden explicar por qué algunas personas se sienten inclinadas a compartir noticias falsas; entre ellas encontramos: (1) dificultad para reconocer la veracidad de una noticia, (2) al considerar compartir una noticia se prefieren otros aspectos por sobre su veracidad, como cuán favorable es a la postura de quien la comparte y (3) se presta poca atención a la veracidad de la noticia al momento de compartirla.
Con el objetivo de testear las anteriores hipótesis, un estudio reciente aplicó una serie de encuestas a usuarios de redes sociales estadounidenses. En el primer experimento, se seleccionó una serie de encabezados de noticias, la mitad de las cuales eran falsas, mientras que la otra mitad era verdadera. A su vez, dentro de cada una de estas categorías, la mitad era favorable al partido demócrata, mientras que la otra mitad era favorable al partido republicano. Los participantes eran azarosamente elegidos para catalogar cada noticia como verdadera o falsa (grupo 1), o para responder si es que compartirían una u otra noticia en las redes sociales (grupo 2).
En general, la mayoría de las noticias fueron clasificadas correctamente por los participantes (85% en las noticias falsas y 70% en las noticias verdaderas) y la concordancia entre la postura política del participante y la noticia no afectó demasiado la percepción de veracidad, pues cuando esto ocurría, dicho indicador sólo aumentaba en un 10%. Estos resultados son contrastantes si se comparan con los obtenidos en el grupo 2, al cual se preguntó si se compartiría la noticia o no: en este caso, las noticias políticamente concordantes se compartían dos veces más que las discordantes, mientras que las noticias verdaderas se compartían sólo un 6% más que las falsas. Como ejemplo ilustrativo, considere el siguiente enunciado catalogado en el estudio como favorable a ideas republicanas: “Caravana de más de 500 inmigrantes fue arrestada portando chalecos bomba”. Esta noticia solo fue considerada como verdadera por un 16% de los participantes republicanos del grupo 1; sin embargo, hasta un 51% de los republicanos del grupo 2 afirmó que compartiría la noticia en una red social.
Se podría considerar que lo anterior valida la hipótesis (2) de que la mayoría de los participantes no considera importante que una noticia sea verdadera al momento de compartirla, y que otros factores serían más relevantes, como que estuviese políticamente alineada. Sin embargo, cuando al final del estudio se preguntó a estos mismos participantes qué factor consideraban como importante en el momento de compartir una noticia: sorprendente, políticamente alineada, divertida, interesante, o verdadera, entre todos estos, el factor “veracidad” fue por lejos el indicado con más frecuencia como “extremadamente importante”.
Los investigadores se inclinaron a explicar estos resultados según la hipótesis de que, si bien la veracidad es una de las cosas más valoradas por la mayoría de las personas, esta tiene poca influencia al momento de compartir una noticia porque el contexto característico de las redes sociales induce a que la atención se focalice en otro tipo de cosas, como el deseo de complacer a amistades y seguidores, o a alinearse con el grupo de pertenencia.
Para probar esta idea, se repitió en nuevos participantes la parte sobre las intenciones de compartir una noticia del experimento anterior, con la diferencia de que a la mitad de los participantes se les solicitó evaluar qué tan veraz era una noticia contraria a la propia visión política antes de empezar. Con esto, se esperaba que el factor “veracidad” estuviese más presente en la mente de dichos participantes, y así este pudiese influir más en sus decisiones. Los resultados del experimento fueron consecuentes con esta hipótesis, ya que el grupo que evalúo la veracidad de la noticia disminuyó notoriamente el acto de compartir noticias falsas comparado con el grupo control. Más aún, el que una noticia fuera percibida con mayor frecuencia como falsa condujo a que se compartiera menos, lo que mostraría la relevancia que tiene para las personas la veracidad, y explicaría los primeros resultados por una falta de atención en esta. El experimento anterior se repitió otras dos veces en contextos diferentes y con ligeras variaciones, mostrando todos los resultados la misma tendencia.
En un último experimento se utilizó cuestionarios siguiendo la misma modalidad de los experimentos anteriores, pero esta vez, antes de preguntar si se compartiría cada noticia, se pidió que se calificara su veracidad. Si se compara con el grupo control, el grupo tratado disminuyó el acto de compartir noticias falsas en un 51,2%, lo que daría cuenta de que las personas que comparten noticias falsas pueden fallar en la evaluación de la veracidad de la noticia, más bien, por una falta de atención. Este experimento mostró, adicionalmente, que solamente un 15,8% de las personas habría compartido la noticia sabiendo que era falsa. Así, este experimento llevaría a inclinarse por la idea de que la falta de atención es la causa principal de que se compartan noticias falsas, seguido por una confusión acerca de lo que es veraz, y finalmente por una falta de valoración de esta.
Procurando conseguir mayores evidencias de la aplicabilidad de estos principios a entornos reales, se realizó una intervención tomando cuentas auténticas de Twitter como sujetos de investigación. Utilizando el criterio de expertos, se cuantificó la fiabilidad de algunos sitios web de noticia, para luego seleccionar 5379 usuarios que habían compartido con frecuencia noticias provenientes de sitios catalogados particularmente como “poco confiables”. Posteriormente, se le envió a cada uno de estos usuarios un mensaje privado pidiendo evaluar la veracidad de una noticia sin color político. Finalmente, se registró cómo había cambiado la calidad de las fuentes de las noticias compartidas 24 horas después de la recepción del mensaje. Como resultado, la fiabilidad de las fuentes aumentó en promedio un 5% si se considera sólo a los usuarios que publicaron algo el día que recibieron el mensaje. Aunque los resultados anteriormente expuestos están limitados a temas políticos, un estudio de metodología afín logró reproducir las mismas tendencias utilizando noticias relacionadas a la pandemia de COVID-19. Como desafío, queda comprobar si dicho comportamiento se generaliza a otras sociedades diferentes de la estadounidense.
De manera general, los resultados podrían indicar que las personas en redes sociales pueden ser políticamente menos sesgadas de lo que parece, pues la publicación de noticias falsas podría deberse más bien a una falta de atención que a la no valoración de la veracidad, o a una excesiva consideración de la pertenencia de grupo. Con esto se estaría explicitando un problema en el diseño actual de las plataformas de redes sociales, en las cuales se suele fomentar la revisión acelerada de una mezcla de contenidos de calidades dispares, y la búsqueda de reforzamiento positivo, instantáneo y cuantificado por parte de otros usuarios, desincentivando así una reflexión acerca de la veracidad de lo leído. Los métodos del estudio sugieren una manera fácil en que las plataformas sociales podrían cambiar esta tendencia; por ejemplo, pidiendo evaluar periódicamente la veracidad de una noticia, lo que podría utilizarse como un método descentralizado de identificación de noticias falsas, mejorando así la calidad de la información circulante.
Fuente: Pennycook, G., Epstein, Z., Mosleh, M. et al. Shifting attention to accuracy can reduce misinformation online. Nature 592, 590–595 (2021). https://doi.org/10.1038/s41586-021-03344-2.
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